Lectio Sagrada Familia: 30 de diciembre 2022

CONTENIDO: Lectio divina con el evangelio de la Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Ciclo A 30 de diciembre de 2022 (San Mateo 2,13-15.19-23).

Huida a Egipto, 1500 - Vittore Carpaccio - WikiArt.org

•             SEÑAL DE LA CRUZ.

•             INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

Ven Espíritu Santo
Llena los corazones de tus fieles
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía señor tu espíritu y todo será creado
Y renovaras la faz de la tierra
Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo 
Danos gustar de todo lo que es recto según Tu mismo espíritu 
Y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.

  • LECTIO

Primer paso de la Lectio Divina:
consiste en la lectura de un trozo unitario de la Sagrada Escritura. Esta lectura implica la comprensión del texto al menos en su sentido literal. Se lee con la convicción de que Dios está hablando. No es la lectura de un libro, sino la escucha de Alguien. Es escuchar la voz de Dios hoy.  

Del evangelio según san Mateo 2,13-15.19-23

Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.

José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.

Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.

Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel.

Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.

Palabra del Señor.

  • MEDITATIO.

Estando siempre en la presencia de Dios, el segundo paso de la Lectio Divina o Meditatio consiste en reflexionar en nuestro interior y con nuestra inteligencia sobre lo que se ha leído y comprendido. “Es esa disposición del alma que usa de todas sus facultades intelectuales y volitivas para poder captar lo que Dios le dice… al modo de Dios”.  

Beata Ana Catalina Emmerick

La huida a Egipto, visiones

El Ángel se aparece a José y le manda huir a Egipto.

Los veo partir de Nazaret. Ayer José había vuelto temprano de Nazaret y Ana y su hija (María de Helía) estaban aún en Nazaret con María. 

Ya habían ido a descansar cuando el Ángel apareció a José. María y el Niño descansaban a

la derecha del hogar; Ana a la izquierda; María entre la habitación de su madre y la de José. Estas diversas habitaciones estaban separadas por tabiques de ramas de árboles trenzadas y cubiertos en lo alto con zarzos de la misma clase. El lecho de María estaba separado de los demás de la pieza por medio de una mampara. El Niño Jesús dormía a los pies de María sobre unas alfombras en el suelo. Al levantarse, lo podía fácilmente tomar en brazos.

Vi a José descansando en su habitación, acostado de lado, con la cabeza sobre el brazo, cuando un joven resplandeciente se acercó a su lecho y le habló. José se incorporó; pero como estaba abrumado de sueño, volvió a caer. El Ángel lo tomó de la mano y lo levantó hasta que José volvió completamente en sí y se levantó. El Ángel desapareció. José encendió su propia lámpara en otra que estaba colgada delante del hogar en medio de la casa; luego golpeó a la entrada donde estaba María y preguntó si podía recibirlo.

Lo vi entrar y hablar con María, la cual no descorrió la cortina que tenía delante. Luego José entró en una cuadra donde tenía el asno y pasó a una habitación donde había diversos objetos y arregló todo para la pronta partida.

Cuando José dejó a María, ésta se levantó y se vistió para el viaje. Fue a ver a su santa madre y le dio cuenta de la orden del Ángel de partir. Ana se levantó, como también María con su nieto. Al Niño Jesús lo dejaron aun descansando. Para aquellas santas personas la voluntad de Dios era lo primero. Estaban muy afectados y afligidos, pero no se dejaron llevar por la tristeza y dispusieron lo necesario para el viaje. María no tomó casi nada de

lo que habían traído de Belén. Hicieron un envoltorio de regular tamaño con las cosas que José había dispuesto y añadieron algunas colchas. Todo esto se hizo con calma y muy rápidamente, como cuando se despierta uno para huir en secreto. María tomó al Niño y su prisa fue tanta que no la vi cambiarle pañales.

El momento de partir había llegado y no es posible decir cuánta era la aflicción de Ana y de su hija mayor: estrechaban contra su pecho al Niño Jesús, llorando, y el niñito besó también a Jesús. Ana besó varias veces a María, llorando, como si no la hubiera de ver más, mientras María se echó al suelo derramando abundantes lágrimas. Aún no era media noche cuando dejaron la casa, y Ana y María acompañaron a los viajeros un trecho de camino. José marchaba detrás con el asno y aunque iban en dirección de la casa de Ana, la dejaron a un lado hacia la derecha. María llevaba al Niño Jesús sujeto con una faja que descansaba sobre sus hombros. Tenía un largo manto que la envolvía toda con el Niño y un gran velo cuadrado que no cubría más que la parte posterior de la cabeza y caía a ambos lados de la cara.

Habían avanzado algo en el camino cuando José los alcanzó con el asno, cargado con un odre lleno de agua y un cesto lleno de objetos, como panecillos, aves vivas y un cantarito. El pobre equipaje de los viajeros, junto con algunas colchas, iba empaquetado alrededor del asiento, puesto de través con una tablilla para descansar los pies. Otra vez volvieron a besarse, llorando, y Ana bendijo a María, que montó sobre el asno, que conducía José, y prosiguieron su camino.

Por la mañana temprano he visto a María que iba con su muchachito a la casa de Ana; después envió a su suegro con un servidor a Nazaret, y regresó a su propia casa. Ana estaba empaquetando y ordenando todo lo que había quedado en la casa de José. Por la mañana acudieron dos hombres de la casa de Ana: uno de ellos no llevaba encima más que una piel de carnero, con toscas sandalias sujetas por correas en tomo de las piernas; el otro llevaba ropas largas.

Ayudaron a poner orden en la casa de José, empaquetando las cosas que debían llevar a casa de Ana.

Mientras tanto vi a la Sagrada Familia, la noche de su partida, descansar en varios lugares y por la mañana en un cobertizo. Por la tarde, no pudiendo llegar más lejos, entraron en un lugar llamado Nazara, en una casa separada de las demás, porque eran tratados con cierto desprecio los dueños de ella.

No eran judíos: en su religión había algo de paganismo, porque iban a adorar al monte Garizím, cerca de Samaria, por un camino montañoso y abrupto. Estaban obligados a pesadas tareas y trabajaban como esclavos en el templo y en otras obras públicas. Esta gente recibió a la Sagrada Familia con mucha amabilidad. Se quedaron allí el día siguiente. Al volver de Egipto la Sagrada Familia visitó a esa buena gente, y también más tarde, cuando Jesús tenía doce años, y fueron al templo, y cuando volvió a Nazaret toda esa familia se hizo bautizar por San Juan y se unió a los discípulos de Jesús.

El pueblo de Nazara no está lejos de otra ciudad puesta sobre una altura, cuyo nombre no recuerdo, pues he oído nombrar varias ciudades en los alrededores, como Legio, Massoloth, y entre ellas está Nazara, si mal no recuerdo.

Ayer, sábado, después de la fiesta, la Sagrada Familia dejó a Nazara durante la noche. La he visto todo el domingo y la noche siguiente ocultándose cerca de aquel árbol grande bajo el cual habían estado cuando fueron a Belén y donde María había sufrido tanto el frío. Este árbol era el terebinto de Abrahán, cerca del bosque de Moré, no muy distante de Siquem, de Yhenat, de Silch y de Anima. Las intenciones de Herodes se conocían en aquel país y por eso no se sentían seguros. Cerca de este árbol fue donde Jacob enterró los ídolos robados a Labán, y junto a este terebinto Josué reunió al pueblo y estuvo levantado el tabernáculo donde se hallaba el Arca de la Alianza y exigió al pueblo renuncia de los ídolos. Allí fue saludado como rey por lo siquemitas, Abimelec, hijo de Gedeón.

Esta mañana he visto a la Sagrada Familia descansando, muy temprano, junto a una fuente, bajo unos arbustos de bálsamo, en una región fértil. El Niño Jesús estaba con los pies desnudos sobre las rodillas de María. Los arbustos estaban cubiertos de bayas rojas: en algunas ramas había incisiones, de las que salía el líquido que era recogido en pequeños recipientes. Yo me maravillaba de que no los robaran. José llenó su cantarito con el licor que manaba y comieron lo que habían traído, pan y bayas recogidas en los arbustos vecinos, mientras el asno pastaba y abrevaba junto a ellos. Hacia la izquierda se veía, en lontananza, la altura donde estaba asentada Jerusalén. Era un cuadro conmovedor mirarla desde este lugar.

Santa Isabel huye al desierto con el niño Juan

Zacarías e Isabel conocían el peligro qué amenazaba a los niños, porque creo que la Sagrada Familia les envió un mensaje de confianza. He visto a Isabel llevándose al niño Juan a un sitio muy retirado del desierto, a unas dos leguas de Hebrón. Zacarías los acompañó hasta un lugar donde atravesaron un arroyuelo, pasando sobre una viga tendida. Allí se separó de ellos y se encaminó a Nazaret por el camino que María había tomado cuando fue a visitar a su prima Isabel. Creo que iba a pedir mejores informes a Santa Ana. Allí, en Nazaret, varios amigos de la Sagrada Familia estaban muy tristes por la partida. He visto que Juan, en el desierto, no llevaba sobre el cuerpo más que una piel de cordero, y a los dieciocho meses ya podía correr y saltar. Tenía en la mano un bastoncito blanco, con el que jugaba como juegan los niños. El desierto no era una inmensa extensión arenosa y estéril, sino una soledad con muchas rocas, barrancos y grutas, donde crecían arbustos diversos con bayas y frutos silvestres. Isabel llevó al niño Juan a una gruta donde más tarde vivió María Magdalena después de la muerte del Salvador. No sé cuánto tiempo estuvo oculta allí Isabel con el niño: probablemente quedó todo el tiempo hasta que no podía ya temerse la persecución de Herodes. Regresó con su hijo a Juta, pero volvió a huir cuando Herodes convocó a las madres que tenían hijos menores de dos años, lo cual tuvo lugar un año más tarde. No puedo decir los días, pero contaré las escenas de la huida conforme recuerdo haberlas visto.

(…) 

Para continuar con la lectura: http://anacatalinaemmerick.com/wp-content/uploads/2018/12/Visiones-y-revelaciones-completas-de-Ana-Catalina-Emmerick-tomo-2.pdf  Caps LXXIX – LXXXVII 

  • PREPARACIÓN REMOTA:

Textos

  • ORATIO

La oratio es el tercer momento de la Lectio Divina, consiste en la oración que viene de la meditatio. “Es la plegaria que brota del corazón al toque de la divina Palabra”. Los modos en que nuestra oración puede subir hacia Dios son: petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.

Antífona de entrada Cf. Lc 2, 16
Los pastores fueron rápidamente
y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre.

Oración colecta
Dios y Padre nuestro, que en la Sagrada Familia
nos ofreces un verdadero modelo de vida,
concédenos que, imitando en nuestros hogares las mismas virtudes
y unidos por el amor,
podamos llegar, todos juntos,
a gozar de los premios eternos en la casa del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
Te ofrecemos, Padre,
el sacrificio de la reconciliación
y, por la intercesión de la Virgen María y de san José,
te pedimos que edifiques a nuestras familias
sobre el fundamento de tu gracia y de tu paz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión Cf. Bar 3, 38
Nuestro Dios apareció en la tierra y vivió entre los hombres.

Oración post comunión
Padre bueno, alimentados con estos divinos sacramentos,
concédenos imitar constantemente
los ejemplos de la Sagrada Familia,
para que, después de las pruebas de esta vida,
podamos gozar siempre de su compañía en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  • CONTEMPLATIO

El último momento de la Lectio Divina: la contemplatio, consiste en la contemplación o admiración que surge de entrar en contacto con la Palabra de Dios. Esta consiste en la adoración, en la alabanza y en el silencia delante de Dios que se está comunicando conmigo.

«José se levantó, tomó de noche al Niño y a su Madre, y se fue a Egipto».