Preparación opcional 30 de diciembre 2022

FUNDAMENTOS DE LA PREPARACIÓN REMOTA PARA UNA BUENA LECTIO

Enseña San Guido que  “la lectio, «estudio atento de las Escrituras», busca la vida bienaventurada, la meditatio la encuentra, la oratio la implora, la contemplatio la saborea[1]”.

 “Es un esfuerzo y un estudio del que el lector de la Escritura no puede prescindir, según nos advierten los maestros de la lectio divina. Esto no significa, naturalmente, que todo lector de la Biblia tenga que ser maestro consumado en exégesis; pero sí que hay que utilizar los trabajos de los maestros en exégesis. Recordemos los sudores de un Orígenes, de un san Jerónimo, para llegar a poseer un texto correcto de la Escritura y penetrar su verdadero sentido. Ante todo, su sentido literal, al que debe ajustarse la «lectura divina». Nada debe quedar borroso, vago, impreciso, en cuanto sea posible. La filología, las ciencias naturales, todo el saber humano debe ponerse en juego para descubrir el sentido histórico de la Palabra de Dios escrita[2]”.

“Hay distintos niveles para hacer el primer paso, la lectio. El primer nivel, indispensable, es la simple lectura de un trozo unitario. ‘Simple lectura’ significa leer varias veces el texto. Leer con paciencia y atención varias veces el texto propuesto. Esto debe hacerse hasta que se hayan encontrado ideas y temas suficientes para ser procesados y reflexionados en la meditatio. En este primer nivel, al alcance de todo cristiano que simplemente sepa leer, no hace falta un conocimiento científico de la Biblia. Bastan sólo dos cosas: saber leer y tener fe en que la Sagrada Escritura es Palabra de Dios. Un segundo nivel para hacer el primer paso de la Lectio Divina, la lectio, es la lectura previa de algunos comentarios al trozo propuesto de la Sagrada Escritura. En esta lectura previa de algunos comentarios tienen preeminencia los textos de los Santos Padres. Luego los comentarios de Santo Tomás de Aquino a la Sagrada Escritura. Luego la de los santos en general. Finalmente, comentarios de la Sagrada Escritura modernos y de sana doctrina”[3]

PARA PREPARAR LA LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DE LA MISA DE LA SAGRADA FAMILIA. DOMINGO 30 DE DICIEMBRE DE 2022 (San Mateo 2,13-15.19-23).

-En los Santos Padres:

San León Magno, Papa (siglo V). Homilía 3 en la solemnidad de la Epifanía.

«Después de haber adorado al Señor y haber satisfecho su devoción, los Magos, según el aviso recibido en sueños, volvieron a su país por un camino distinto del que habían venido. Creyendo ya en Cristo, no tenían que ir, en efecto, por el camino de su vida antigua, sino que, entrando en la nueva ruta, se abstienen de los errores que habían abandonado. Era necesario invalidar las maniobras de Herodes, que, bajo pretexto de celo, preparaba un engaño impío sobre el Niño Jesús.

Por eso, quedando su plan desbaratado y su esperanza burlada, la cólera del rey se inflamó de ardor. Recordando la fecha que habían indicado los Magos, derramó la rabia de su crueldad sobre todos los niños de Belén, y en una matanza general hizo perecer a todos los recién nacidos de la ciudad, haciéndolos pasar a la gloria eterna. Pensó que ningún niño había escapado de la muerte en ese lugar, y, por lo mismo, que Cristo también había muerto. Pero Él, que reservaba para otro tiempo la efusión de su sangre para la redención del mundo, había huido a Egipto, llevado allí por el cuidado de sus padres. Recobraba así la antigua cuna del pueblo hebreo y ejercía el principado del verdadero José, usando de un poder y de una providencia mucho más grande que la suya, pues venía a libertar los corazones de los egipcios de un hambre más terrible que toda indigencia, que ellos sufrían por la ausencia de la verdad, ya que Él vino del cielo como verdadero pan de vida (cfr. Jn 6, 51). De modo que este país no sería ya extraño a la preparación del misterio de la única víctima, donde, por la inmolación del cordero, habían sido prefigurados por primera vez el signo salutífero de la cruz y la Pascua del Señor».

– En los santos Doctores:

San Juan Crisóstomo (siglo IV). Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 8, 3.

«Aparecido, pues, el ángel, habla no con María, sino con José, y le dice: levántate y toma al niño y a su madre ( Mt 2, 13). Al oír esto, José no se escandalizó ni dijo: esto parece un enigma. Tú mismo me decías no ha mucho que Él salvaría a su pueblo, y ahora no es capaz ni de salvarse a sí mismo, sino que tenemos necesidad de huir, de emprender un viaje y largo desplazamiento. Esto es contrario a tu promesa. Pero nada de esto dice, porque José es un varón fiel. Tampoco pregunta por el tiempo de la vuelta, a pesar de que el ángel lo había dejado indeterminado, pues le había dicho: y quédate allí hasta que yo te diga ( Ibid .). Sin embargo, no por eso se entorpece, sino que obedece y cree y soporta todas las pruebas alegremente. Bien es verdad que Dios, amador de los hombres, mezclaba trabajos y dulzuras, estilo que Él sigue con todos los santos. Ni los peligros ni los consuelos nos los da continuos, sino que de unos y otros va Él entretejiendo la vida de los justos. Tal hizo con José».

– En el Catecismo de la Iglesia Católica:

530

La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la oposición de las tinieblas a la luz: “Vino a su Casa, y los suyos no lo recibieron”(Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución. Los suyos la comparten con él (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el éxodo (cf. Os 11, 1) y presenta a Jesús como el liberador definitivo.

333  

De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce «a su Primogénito en el mundo, dice: “adórenle todos los ángeles de Dios”» (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: “Gloria a Dios…” (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús (cf Mt 1, 20; 2, 13.19), le sirven en el desierto (cf Mc 1, 12; Mt 4, 11), lo reconfortan en la agonía (cf Lc 22, 43), cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos (cf Mt 26, 53) como en otro tiempo Israel (cf 2 M 10, 29-30; 11,8). Son también los ángeles quienes “evangelizan” (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección (cf Mc 16, 5-7) de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles (cf Hb 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor (cf Mt 13, 41; 25, 31; Lc 12, 8-9)

En el Magisterio de los Papas:

San Juan XXIII, papa

Discurso (10-01-1960): Que no reine el espíritu mundano en la familia

En la festividad de la Sagrada Familia

Domingo 10 de enero del 1960.

Hoy que la Iglesia pone a la consideración de los fieles el ejemplo de virtud de la Sagrada Familia, nos complacemos en invocar la protección de Jesús, María y José sobre las queridas familias de todos nuestros hijos.

Nos las imaginamos a todas aquí presentes, unidas con Nos en un mismo afecto, y comprendemos los deseos, angustias y temores de cada uno. Nuestro corazón sabe alegrarse con el que se alegra y sufrir con el que sufre (Rom 12,15). Conocemos también las dificultades que hay en las familias, especialmente en las numerosas, cuyos sacrificios suelen ignorarse e incluso, a veces, ni se aprecian.

Sabemos que el espíritu mundano, empleando cada vez mayores incentivos, trata de insinuarse en esta santa institución familiar, que Dios ha querido como custodia y salvaguardia de la dignidad del hombre, del primer despertar de la vida a la juventud impetuosa y de la edad madura a la vejez.

Por tanto, dirigimos, mejor, repetimos a todos, la invitación de la liturgia a que miren con segura confianza el ejemplo de la Sagrada Familia que Jesús santificó con inefables virtudes.

El secreto de la verdadera paz, de la mutua y permanente concordia, de la docilidad de los hijos, del florecimiento de las buenas costumbres está en la constante y generosa imitación de la amabilidad, modestia y mansedumbre de la familia de Nazaret, en la que Jesús, Sabiduría eterna del Padre, se nos ofrece junto con María, su madre purísima, y San José, que representa al Padre celestial.

En esta luz todo se transforma en las grandes realidades de la familia cristiana como poco ha hemos puesto de manifiesto en la alocución de la misa de Nochebuena: «Esponsales iluminados por la luz de lo alto; matrimonio sagrado e inviolable dentro de respeto a sus cuatro notas características: fidelidad castidad, amor mutuo y santo temor del Señor; espíritu de prudencia y de sacrificio en la educación cuidadosa de los hijos; y siempre, siempre y en toda circunstancia, en disposición de ayudar, de perdonar, de compartir, de otorgar a otros la confianza que nosotros quisiéramos se nos otorgara. Es así como se edifica la casa que jamás se derrumba».

De nuestro corazón brota el deseo de esta segura esperanza que es garantía de paz inalterable y se une a cada uno de vosotros para acompañaron en el año nuevo, y que reforzamos con una oración especial que elevamos al cielo fervorosamente con las familias de todos los que nos escuchan, especialmente de aquellas que por falta de medios, de trabajo y de salud sufren dolorosas privaciones.

Nuestro pensamiento se dirige sobre todo a la juventud esperanza y consuelo de la Iglesia y futuro sostén de la sociedad y más que nada —ya lo repetimos el pasado año— a cuantos jóvenes van a formar un hogar y no pueden por dificultades económicas. A todos deseamos una vida llena de la divina gracia, que se afiance en la defensa de los valores espirituales, y llena de la prosperidad y suavidad de los bienes de este mundo.

[1] Carta de Guido el cisterciense al hermano Gervasio sobre la vida contemplativa

[2] García M. Colombás osb, La lectura de Dios. Aproximación a la lectio divina.

[3] José A. Marcone, I.V.E., Práctica de la Lectio Divia para principiantes.

4] La Catena Aurea atesora la triple riqueza de ser la concatenación de los más selectos comentarios de los Padres al Evangelio, haber sido estos escogidos por la inteligencia y sabiduría del Doctor Angélico y haber sido escrita a pedido del Vicario de Cristo. Santo Tomás de Aquino cita a 57 Padres Griegos y 22 Padres Latinos para exponer el sentido literal y el sentido místico, refutar los errores y confirmar la fe católica. Esto es deseable, escribe, porque es del Evangelio de donde recibimos la norma de la fe católica y la regla del conjunto de la vida cristiana (Catena Aurea, I, 468).  La Catena Aurea nos hace entrever la perennidad y actualidad de Santo Tomás también como exegeta ya que no cae en la trampa de una explicación histórica y positiva como la exegesis que acapara la atención hoy, sino que partiendo del sentido literal llega al tesoro inagotable del sentido espiritual. Santo Tomás nos guía a descubrir que la Sagrada Escritura enseña a cada alma en particular todo lo que necesita para su santidad ya que Dios es el sujeto de la Escritura y su causa eficiente, formal y ejemplar, como también final.