Lectio Domingo de Pascua: 4 de abril 2021

CONTENIDO:  Lectio divina con el evangelio del Domingo de Pascua. 4 de abril de 2021 (San Juan 20, 1-9).

Buenavidavidabuena: L'Angelo e il messaggio di resurrezione di Gesu'

•             SEÑAL DE LA CRUZ.

•             INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

Ven Espíritu Santo
Llena los corazones de tus fieles
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía señor tu espíritu y todo será creado
Y renovaras la faz de la tierra
Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo 
Danos gustar de todo lo que es recto según Tu mismo espíritu 
Y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.

  • LECTIO

Primer paso de la Lectio Divina:
consiste en la lectura de un trozo unitario de la Sagrada Escritura. Esta lectura implica la comprensión del texto al menos en su sentido literal. Se lee con la convicción de que Dios está hablando. No es la lectura de un libro, sino la escucha de Alguien. Es escuchar la voz de Dios hoy.  

Del evangelio según san Juan (20,1-9.)

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

  • MEDITATIO.

Estando siempre en la presencia de Dios, el segundo paso de la Lectio Divina o Meditatio consiste en reflexionar en nuestro interior y con nuestra inteligencia sobre lo que se ha leído y comprendido. “Es esa disposición del alma que usa de todas sus facultades intelectuales y volitivas para poder captar lo que Dios le dice… al modo de Dios”.   

OPCIÓN 1

Fr. Dr. Aníbal Fosbery, Reflexiones sobre textos del Evangelio de san Juan para el Tiempo de Semana Santa, Pascua y Pentecostés Vol. III, la dignidad de nuestros cuerpos; los testigos de la resurrección; que no se pierda nada en sentido escatológico.  pág. 203-217.

OPCIÓN 2

Gregorio Palamás

Homilía: Juan es aquel a quien Cristo amó con amor de predilección

«El otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro» (Jn 20,4)

20: PG 151, 266.271

Juan es aquel que permaneció virgen y recibió por gracia singular y como tesoro preciosísimo, a la Virgen Madre, única entre las madres; Juan es aquel a quien Cristo amó con amor de predilección y mereció ser llamado hijo, con preferencia a los otros evangelistas. Por eso hace resonar con fuerza la trompeta al anunciarnos los prodigios de la resurrección del Señor de entre los muertos, y al relatarnos con mayor claridad el modo cómo se manifestó a sus discípulos, según lo hallamos escrito en su evangelio, cuando nos dice: El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús. Así es como se presenta a sí mismo.

Juan y Pedro, habiendo oído a María, van corriendo al sepulcro, donde vieron que había salido la Vida; y habiendo visto y creído, admirados por las pruebas se volvieron a casa.

Consideremos, hermanos, cuánta mayor dignidad que María Magdalena no tenía Pedro, el príncipe de los apóstoles, y el mismo Juan, a quien tanto quería Jesús, y sin embargo ella fue considerada digna de una gracia tan grande, con preferencia a ellos. Porque los apóstoles, corriendo al sepulcro, sólo vieron las vendas y el sudario; María, en cambio, por su firmeza y constancia, perseverando hasta el fin a la entrada del sepulcro, llegó a ver no sólo a los ángeles, sino al mismo Señor de los ángeles en la carne, antes que los apóstoles.

Este templo que veis, es un símbolo de aquel sepulcro; y no sólo un símbolo, sino una realidad mucho más sublime. Detrás de esa cortina, en el interior, está el lugar donde se coloca el cuerpo del Señor, y ahí está también la mesa o el altar santo. Así pues, lo mismo que María, todo el que se acerque con presteza a la recepción del misterio divino y persevere hasta el fin, teniendo recogida en Dios su propia alma, no sólo reconocerá las enseñanzas de la Escritura santa, redactada por el Espíritu de Dios, ni sólo a los ángeles que anunciaron el misterio de la divinidad y humanidad del Verbo de Dios, encarnado por nosotros, sino que verá también y sin ningún género de duda al mismo Señor con los ojos del alma, y también con los del cuerpo.

Pues aquel que con fe ve la mesa mística y el pan de vida depositado sobre ella ve al mismo Verbo de Dios oculto bajo las especies, hecho carne por nosotros y habitando en nosotros como en un sagrario. Más aún: si es considerado digno de recibirle, no sólo le ve, sino que participa de él, le recibe en sí mismo como huésped, y es enriquecido con el don de la misma gracia divina. Y así como María Magdalena vio lo que antes que nada los apóstoles deseaban ver, así el alma, poseída por la fe, será considera rada digna de ver y de gozar de aquello que —según el apóstol— los ángeles desean penetrar, divinizándose por completo, tanto por la contemplación como por la participación de estos misterios.

  • PREPARACIÓN REMOTA:

Textos

Video

  • ORATIO

La oratio es el tercer momento de la Lectio Divina, consiste en la oración que viene de la meditatio. “Es la plegaria que brota del corazón al toque de la divina Palabra”. Los modos en que nuestra oración puede subir hacia Dios son: petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.

Secuencia de Pascua:
Victimæ paschali laudes immolent Christiani.

Agnus redemit oves: Christus innocens Patri
reconciliavit peccatores.

Mors et vita duello conflixere mirando:
dux vitae mortuus, regnat vivus.

Dic nobis Maria, quid vidisti in via?

Sepulcrum Christi viventis, et gloriam vidi resurgentis:

Angelicos testes, sudarium, et vestes.

Surrexit Christus spes mea: praecedet suos in Galilaeam.

Scimus Christum surrexisse a mortuis vere:
tu nobis, victor Rex, miserere.
Amen. Aleluya

A la Víctima pascual
consagren los cristianos su sacrificio de alabanza.
El Cordero redimió a las ovejas:
Cristo Inocente reconcilió a los pecadores con su Padre.

La muerte y la Vida se enfrentaron en imponente duelo:
El Autor de la Vida, aunque murió, ahora reina vivo.

Dinos, María, ¿qué has visto en el camino?

Vi el sepulcro de Cristo viviente, y la gloria del que resucitó.
Vi por testigos a los ángeles; y vi su sudario y sus vestidos.

Resucitó Cristo, mi esperanza;
precederá en Galilea a los suyos.

Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de entre los muertos:
Tú Rey victorioso, ten piedad de nosotros.

Amen. Aleluya.

Oración Colecta del Domingo de Pascua.
“Señor Dios,
que en este día nos has abierto las puertas de la vida
por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte,
concede a los que celebramos
la solemnidad de la resurrección de Jesucristo,
ser renovados por tu Espíritu,
para resucitar en el reino de la luz y de la vida.
Por nuestro Señor Jesucristo”.
Amén

Oración sobre las ofrendas
“Concédenos, Señor, participar dignamente en estos santos misterios, pues cada vez que celebramos este memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor”.

Antífona de comunión 1 Cor 5, 7-8
Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos la Pascua con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya.

Oración después de la comunión
Protege, Señor, a tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada ya por los sacramentos pascuales, llegue a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  • CONTEMPLATIO

El último momento de la Lectio Divina: la contemplatio, consiste en la contemplación o admiración que surge de entrar en contacto con la Palabra de Dios. Esta consiste en la adoración, en la alabanza y en el silencia delante de Dios que se está comunicando conmigo.

«(…) luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó».