Este sitio está optimizado sólo para móviles

Contenido restringido

Es evidente que Santo Domingo no puede entenderse sin un operar del Espíritu Santo desde los comienzos mismos de su existencia. Podemos decir de él que, por un designio divino, Dios lo predestinó a reproducir la imagen de su Hijo para que fuera el primogénito de muchos hermanos (Rm 8, 29). A Santo Domingo de Guzmán Dios lo predestinó y, por eso mismo lo llamó, lo justificó, le confirió una misión salvífica en su Iglesia y finalmente lo glorificó.