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Lectio Divina 8 de Octubre

TEMA: Domingo 27º del Tiempo Ordinario – Ciclo A. 8 de octubre de 2017.

  • SEÑAL DE LA CRUZ.
  • INVOCACIÓN AL ESPIRITU SANTO

Ven Espíritu Santo

Llena los corazones de tus fieles

Y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía señor tu espíritu y todo será creado

Y renovaras la faz de la tierra

Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo 

Danos gustar de todo lo que es recto según Tu mismo espíritu 

Y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

  • LECTIO

Primer paso de la Lectio Divina: consiste en la lectura de un trozo unitario de  la Sagrada Escritura. Esta lectura implica la comprensión del texto al menos en su sentido literal. Se lee con la convicción de que Dios está hablando. No es la lectura de un libro, sino la escucha de Alguien. Es escuchar la voz de Dios hoy.  

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo (21,33-38)

“Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia.  Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?». Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo». Jesús agregó: « ¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos». Palabra del Señor.

 

  • MEDITATIO 

Estando siempre en la presencia de Dios, el segundo paso de la Lectio Divina o Meditatio consiste en reflexionar en nuestro interior y con nuestra inteligencia sobre lo que se ha leído y comprendido. “Es esa disposición del alma que usa de todas sus facultades intelectuales y volitivas para poder captar lo que Dios le dice… al modo de Dios”.     

 

OPCIÓN 1

Francisco de Sales. Carta: Viña, cisterna, flor, lagar y cerca «Plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre» (Mt 21,33) a la Baronesa de Chantal, el 24-2-1606. XIII, 145.

“«Dijo Jesús: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores.» Mt 21, 33- 43.45-46

Yo les explico a mis oyentes que sus almas son la viña de Dios; la cisterna es la fe; la flor es la esperanza y el lagar, la santísima caridad; la cerca es la ley de Dios, que los separa de los demás pueblos infieles.

A vos, mi querida Hija, os digo que vuestra buena voluntad es vuestra viña; la cisterna son las santas inspiraciones de la perfección que Dios os hace llover del cielo; la torre es la castidad, de la cual se debe decir que ha de ser, como la torre de David, de marfil; el lagar es la obediencia que granjea gran mérito a los actos; la cerca son nuestros votos.

Que Dios conserve esa viña que ha plantado de su propia mano y haga abundar, cada vez más, las aguas saludables de sus gracias en vuestra piscina.

Que Dios sea siempre el protector de su torre; que sea Él quien haga girar el lagar con las vueltas que sean necesarias para exprimir el buen vino; que guarde bien cerrada la cerca con la que tiene rodeada su viña y que los ángeles sean sus inmortales viñadores.

Adiós, mi querida hija… Me voy al lagar de la Iglesia, al santo altar, donde perpetuamente se destila el vino sagrado de la sangre de ese racimo delicioso y único que nuestra santa abeja, como viña celeste, nos ha producido”.

Juan Pablo II. La Cruz, que parece alzarse desde la tierra, en realidad cuelga del Cielo. XV Jornada Mundial de la Juventud, n. 2, 29-06-1999

«Y agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron» (Mt 21, 39)

“En la encarnación, Cristo se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, y nos dio la redención, que es fruto sobre todo de su sangre derramada sobre la Cruz (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 517). En el Calvario «Él soportaba nuestros dolores… ha sido herido por nuestras rebeldías…» (Is 53,4-5). El sacrificio supremo de su vida, libremente consumado por nuestra salvación, nos habla del amor infinito que Dios nos tiene. A este propósito escribe el apóstol Juan: « tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16). Lo envió a compartir en todo, menos en el pecado, nuestra condición humana; lo «entregó» totalmente a los hombres a pesar de su rechazo obstinado y homicida (cfr. Mt 21,33-39), para obtener para ellos, con su muerte, la reconciliación. «El Dios de la creación se revela como Dios de la redención, como Dios que es fiel a sí mismo, fiel a su amor al hombre y al mundo, ya revelado el día de la creación… ¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha merecido tener tan grande Redentor!» (Redemptor hominis, 9.10).

Jesús salió al encuentro de la muerte, no se retiró ante ninguna de las consecuencias de su «ser con nosotros» como Emmanuel. Se puso en nuestro lugar, rescatándonos sobre la cruz del mal y del pecado (cfr. Evangelium vitæ, 50). Del mismo modo que el centurión romano viendo como Jesús moría comprendió que era el Hijo de Dios (cfr. Mc 15,39), también nosotros, viendo y contemplando el Crucifijo, podemos comprender quién es realmente Dios, que revela en Él la medida de su amor hacia el hombre (cfr. Redemptor hominis, 9). «Pasión» quiere decir amor apasionado, que en el darse no hace cálculos: la pasión de Cristo es el culmen de toda su existencia «dada» a los hermanos para revelar el corazón del Padre. La Cruz, que parece alzarse desde la tierra, en realidad cuelga del cielo, como abrazo divino que estrecha al universo. La Cruz «se manifiesta como centro, sentido y fin de toda la historia y de cada vida humana» (Evangelium vitæ, 50).

«Uno murió por todos» (2 Cor 5,14); Cristo «se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma» (Ef 5,2). Detrás de la muerte de Jesús hay un designio de amor, que la fe de la Iglesia llama «misterio de la redención»: toda la humanidad está redimida, es decir liberada de la esclavitud del pecado e introducida en el reino de Dios. Cristo es Señor del cielo y de la tierra. Quien escucha su palabra y cree en el Padre, que lo envió al mundo, tiene la vida eterna (cfr. Jn 5,24). Él es «el cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29.36), el sumo Sacerdote que, probado en todo como nosotros, puede compadecer nuestras debilidades (cfr. Heb 4,14ss) y, «hecho perfecto» a través de la experiencia dolorosa de la cruz, es «causa de salvación eterna para todos los que le obedecen» (Heb 5,9)”.

 

  • ORATIO

La oratio es el tercer momento de la Lectio Divina, consiste en la oración que viene de la meditatio. “Es la plegaria que brota del corazón al toque de la divina Palabra”. Los modos en que nuestra oración puede subir hacia Dios son: petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.

(Oración colecta de la misa)

“Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso sobrepasas los méritos y los deseos de los que te suplican, derrama sobre nosotros tu misericordia perdonando lo que inquieta nuestra conciencia y concediéndonos aún aquello que no nos atrevemos a pedir.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.”

 

  • CONTEMPLATIO

EL último paso de la Lectio Divina: la contemplatio, consiste en la contemplación o admiración que surge de entrar en contacto con la Palabra de Dios. Esta consiste en la adoración, en la alabanza y en el silencia delante de Dios que se está comunicando conmigo.

“… el Reino de Dios  (será) entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos”