Tema: Lectio divina con el evangelio del cuarto domingo de Adviento Ciclo C. 23 de diciembre de 2018 (San Lucas 1, 39-45).

- SEÑAL DE LA CRUZ.
- INVOCACIÓN AL ESPIRITU SANTO
Ven Espíritu Santo
Llena los corazones de tus fieles
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía señor tu espíritu y todo será creado
Y renovaras la faz de la tierra
Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo
Danos gustar de todo lo que es recto según Tu mismo espíritu
Y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.
- LECTIO
Primer paso de la Lectio Divina: consiste en la lectura de un trozo unitario de la Sagrada Escritura. Esta lectura implica la comprensión del texto al menos en su sentido literal. Se lee con la convicción de que Dios está hablando. No es la lectura de un libro, sino la escucha de Alguien. Es escuchar la voz de Dios hoy.
Del evangelio según san Lucas (1, 39-45)
“En aquellos días: María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.
Palabra del Señor.
- MEDITATIO
Estando siempre en la presencia de Dios, el segundo paso de la Lectio Divina o Meditatio consiste en reflexionar en nuestro interior y con nuestra inteligencia sobre lo que se ha leído y comprendido. “Es esa disposición del alma que usa de todas sus facultades intelectuales y volitivas para poder captar lo que Dios le dice… al modo de Dios”.
San Agustín
“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de su seno” de los Comentarios a los evangelios dominicales y festivos, Ciclo C, Religión y Cultura, Bs As, 2006, p 15-16.
“El evangelista advierte que al decir esto, Isabel estaba llena del Espíritu Santo (Lc 1, 41), por cuya revelación había entendido sin duda lo que significaba que el niño hubiera saltado de alegría en su seno, es decir que había venido la madre de aquel de quien él sería el Precursor y el que lo señala.
Por tanto pudo darse ese significado a aquel gran acontecimiento para conocimiento de los mayores, sin que el niño lo supiera. Porque, efectivamente, cuando esto se narra en el Evangelio no se dice: ‘Creyó el niño en su seno’, sino saltó de alegría. Tampoco Isabel dijo: ‘Saltó por la fe el niño en mi seno’, sino saltó de alegría. Efectivamente, vemos saltar no sólo a los niños sino también a los animales y no ciertamente por la fe, la religión o por cualquier otro conocimiento racional. En cambio este salto seguramente manifiesta algo insólito y nuevo, porque sucedió dentro del seno materno y a la llegada de aquella que daría a luz al Salvador de los hombres. Por eso ese salto es admirable y debe considerarse un gran signo y es como la devolución del saludo a la madre del Señor y, como suelen ser los milagros, algo realizado por Dios en el niño y no una obra humana del niño.” (C.187, 7, 23)
“El Dios que dijo: ‘Brille la luz en medio de las tinieblas’, la hizo brillar en nuestros corazones (2 Co 4, 6). Este brillar la luz en las tinieblas lo significó el Señor naciendo de noche y resucitando también de noche.
Lo cierto es que la luz que surge de las tinieblas es Cristo nacido de los judíos, a los cuales se dijo: Comparé a la madre de ustedes con la noche (Os 4, 5). Pero en medio de aquel pueblo, como si fuera en aquella noche, la Virgen María no fue noche, sino que fue de algún modo una estrella en la noche; por eso su alumbramiento lo señaló una estrella que condujo a una larga noche, es decir a los magos de oriente, a adorar la Luz. Así se cumplió en ellos lo que se dijo: Brille la luz en medio de las tinieblas. La resurrección y el nacimiento de Cristo coinciden en algo: como en la tumba nueva no hubo antes ningún muerto, ni ninguno fue puesto después; así en el seno virginal ningún mortal fue engendrado antes ni después de él.” (S. 223 D, 2)
“Isabel concibió a un hombre, María concibió a un hombre; Isabel es la madre de Juan, María es la madre de Cristo. Pero Isabel concibió a uno que era sólo hombre, María a uno que era Dios y hombre.
¡Es algo admirable que una criatura haya podido concebir al Creador! ¿Qué debemos entender con esto, hermanos míos, sino que el mismo que hizo al primer hombre, sin madre y sin padre, hizo su propia carne solamente por la madre?
Nuestra primera caída fue cuando la mujer por la que fuimos muertos recibió en su corazón el veneno de la serpiente. La serpiente, en efecto, la persuadió para que pecase, y el mal consejero fue escuchado. Si nuestra primera caída fue cuando una mujer recibió en su corazón el veneno de la serpiente, no debe asombrarnos que nuestra salvación haya sido cuando otra mujer concibió en su seno la carne del Todopoderoso. Cada uno de los dos sexos había sido herido y cada uno tenía que ser renovado. Por mujer fuimos arrojados a la muerte y por mujer se nos devolvió la salvación.” (S. 289, 2)
- ORATIO
La oratio es el tercer momento de la Lectio Divina, consiste en la oración que viene de la meditatio. “Es la plegaria que brota del corazón al toque de la divina Palabra”. Los modos en que nuestra oración puede subir hacia Dios son: petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.
Oración Colecta del cuarto domingo de Adviento
“Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo…”.
Amén
Oración post comunión del cuarto domingo de Adviento
“Tú que nos has dado en este sacramento la prenda de nuestra salvación, concédenos, Padre todopoderoso, prepararnos cada día con mayor fervor para celebrar dignamente el nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos”.
Amén.
- CONTEMPLATIO
EL último paso de la Lectio Divina: la contemplatio, consiste en la contemplación o admiración que surge de entrar en contacto con la Palabra de Dios. Esta consiste en la adoración, en la alabanza y en el silencia delante de Dios que se está comunicando conmigo.
«Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».