Lectio Domingo de Pascua 2023

CONTENIDO: Lectio divina con el evangelio del Domingo de Pascua. 9 de abril de 2023 (San Juan 20, 1-9).

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•             SEÑAL DE LA CRUZ.

•             INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

Ven Espíritu Santo
Llena los corazones de tus fieles
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía señor tu espíritu y todo será creado
Y renovaras la faz de la tierra
Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo 
Danos gustar de todo lo que es recto según Tu mismo espíritu 
Y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.

  • LECTIO

Primer paso de la Lectio Divina:
consiste en la lectura de un trozo unitario de la Sagrada Escritura. Esta lectura implica la comprensión del texto al menos en su sentido literal. Se lee con la convicción de que Dios está hablando. No es la lectura de un libro, sino la escucha de Alguien. Es escuchar la voz de Dios hoy.  

Del evangelio según san Juan (20,1-9.)

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

  • MEDITATIO.

Estando siempre en la presencia de Dios, el segundo paso de la Lectio Divina o Meditatio consiste en reflexionar en nuestro interior y con nuestra inteligencia sobre lo que se ha leído y comprendido. “Es esa disposición del alma que usa de todas sus facultades intelectuales y volitivas para poder captar lo que Dios le dice… al modo de Dios”.  

OPCIÓN 1

Fr. Dr. Aníbal Fosbery, Reflexiones sobre textos del Evangelio de san Juan para el Tiempo de Semana Santa, Pascua y Pentecostés Vol. III, la dignidad de nuestros cuerpos; los testigos de la resurrección; que no se pierda nada en sentido escatológico.  pág. 203-217.

San Juan - Vol. 3 - Tiempo de Semana Santa, Pascua y Pentecostes

SAN AGUSTÍN, Comentarios a los evangelios dominicales y festivos, Ciclo C, Religión y Cultura, Buenos Aires, 2006, p. 61 – 63. 

La muerte ha sido absorbida por la victoria

“¿Dónde está la muerte? ¡Búscala en Cristo! Ya no está; estuvo allí, pero ahora está muerta. ¡Vida que eres la muerte de la muerte! Tengan ánimo, que también morirá en nosotros. Lo que sucedió por anticipado en la Cabeza, se repetirá en los miembros: también en nosotros morirá la muerte. Pero, ¿cuándo? Al fin del mundo, en la resurrección de los muertos, como creemos y de la que no dudamos. Porque quien crea y se bautice, se salvará (Mt 16, 16). Sigue algo para que temas: En cambio, el que no crea se condenará. Por lo tanto, la muerte morirá en nosotros y permanecerá viva en los condenados. Donde la muerte no conozca la muerte, será la muerte eterna, porque los tormentos serán eternos. En nosotros, morirá y dejará de existir. ¿Quieren saberlo? Les diré unas pocas palabras sobre los que han vencido para que tengan qué meditar, qué cantar en el corazón, qué esperar con toda el alma, qué buscar mediante la fe y las buenas obras. Escuchen las palabras sobre los vencedores, cuando no habrá más muerte, cuando en nosotros, como en nuestra Cabeza, morirá la muerte. Las pronuncia el apóstol Pablo, que dice: Es necesario que este cuerpo corruptible se revista de incorruptibilidad y que este cuerpo mortal se revista de inmortalidad. Entonces se cumplirán las palabras de la Escritura: ‘La muerte ha sido absorbida por la victoria’ (1Cor 15, 53-54). Les he dicho que la muerte morirá también en nosotros. La muerte ha sido absorbida por la victoria. Esta es la muerte de la muerte. Será absorbida para que no se muestre más. ¿Qué significa que no se muestre más? Para que no exista más, ni dentro ni fuera. La muerte ha sido absorbida por la victoria. Qué se alegren los vencedores y digan lo que sigue: ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde está? Te apoderaste de él, lo poseíste, lo venciste y lo sometiste a ti; lo perseguiste y lo mataste. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿No lo ha hecho pedazos mi Señor? Cuando te adheriste, muerte, a mi Señor, en ese mismo momento también pereciste para mí. Ésta es la salvación que salvará a quien crea y se bautice. A diferencia del que no crea, que se condenará. ¡Huyan de la condenación, amen y esperen la salvación eterna!” (S. 233, 5)

“En la lectura del Evangelio de hoy se ha narrado la resurrección del Señor según Juan, también hemos escuchado cómo los discípulos buscaron al Señor y no lo encontraron en el sepulcro. Las mujeres habían anunciado esto, no creyendo que él hubiera resucitado sino que había sido robado del sepulcro. Llegaron dos discípulos, el mismo Juan Evangelista (se comprende que es el mismo al que Jesús amaba) y Pedro, junto con él; entraron y vieron sólo las vendas, pero ningún cuerpo. ¿Qué está escrito del mismo Juan? Si prestaron atención, dice: Entró, también él vio y creyó (Jn 20, 8). Oyeron que creyó, pero no se alaba esta fe, porque se creen tanto cosas verdaderas como cosas falsas. Si su fe fuera alabada y presentada como ejemplo por el hecho de que se diga que vio y creyó, no habría continuado la Escritura diciendo: No había comprendido todavía que, según la Escritura, Jesús debía resucitar de entre los muertos (Jn 20, 9). Entonces, vio y creyó, ¿pero qué cosa creyó? ¿Qué creyó sino lo que había dicho la mujer: que habían sacado al Señor del sepulcro? Ella efectivamente había dicho: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sé dónde lo han puesto (Jn 20, 2).

Ellos corrieron, entraron, vieron solamente las vendas y ningún cuerpo, y creyeron que éste había desaparecido, no que había resucitado. Vieron que había sido llevado del sepulcro; los varones creyeron que se lo habían llevado y se fueron. La mujer se quedó allí y comenzó a buscar con lágrimas el cuerpo de Jesús. Ella comenzó a llorar junto a la tumba; los otros se ocuparon menos, eran del sexo fuerte, pero tenían un afecto más pequeño.

Era una mujer la que más buscaba a Jesús, porque fue ella la primera que en el paraíso perdió a Jesús; como por ella había entrado la muerte, más intensamente buscaba la Vida. Pero, ¿cómo la buscaba? Como se busca el cadáver de un muerto, no la incorrupción del Dios vivo: porque ni siquiera ella creía que el cuerpo no estaba en el sepulcro porque el Señor había resucitado. Entrando, vio a los ángeles. Estos ángeles no se mostraron a Pedro y a Juan, mientras que se mostraron a la mujer. Esto confirma, queridos míos, que el sexo débil buscó más aquello que, como antes dije, perdió primero. Los ángeles la ven y le dicen: No está aquí, ha resucitado (Mt 28, 6). Ella está aún allí, y llora, todavía no cree. Piensa que el Señor ha desaparecido del sepulcro. Vio también a Jesús, pero no lo creyó Jesús, creyó que era el cuidador de la huerta, y todavía le pide el cuerpo del muerto. ‘Si tú lo has llevado, dice, dime dónde lo has puesto y yo lo llevaré (Jn 20, 15). ¿Para qué te sirve, si tú no lo amas? -Le dice- ¡Dámelo a mí!’. Si así buscaba a un muerto, ¿cómo podía creerlo vivo? Después, el Señor la llama por su nombre. María reconoció la voz, miró al Salvador y, finalmente, sabiendo quién era, le respondió: Raboni, que significa: Maestro (Jn 20, 16).” (S. 229 L, 1)

  • PREPARACIÓN REMOTA:

Textos

  • ORATIO

La oratio es el tercer momento de la Lectio Divina, consiste en la oración que viene de la meditatio. “Es la plegaria que brota del corazón al toque de la divina Palabra”. Los modos en que nuestra oración puede subir hacia Dios son: petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.

Oración Colecta del Domingo de Pascua.
“Señor Dios,
que en este día nos has abierto las puertas de la vida
por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte,
concede a los que celebramos
la solemnidad de la resurrección de Jesucristo,
ser renovados por tu Espíritu,
para resucitar en el reino de la luz y de la vida.
Por nuestro Señor Jesucristo”.
Amén

Oración sobre las ofrendas
“Concédenos, Señor, participar dignamente en estos santos misterios, pues cada vez que celebramos este memorial de la muerte de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor”.

Antífona de comunión 1 Cor 5, 7-8
Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos la Pascua con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya.

Oración después de la comunión
Protege, Señor, a tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada ya por los sacramentos pascuales, llegue a la gloria de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  • CONTEMPLATIO

El último momento de la Lectio Divina: la contemplatio, consiste en la contemplación o admiración que surge de entrar en contacto con la Palabra de Dios. Esta consiste en la adoración, en la alabanza y en el silencia delante de Dios que se está comunicando conmigo.

«(…) luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó».