CONTENIDO: Lectio divina con el evangelio Del V domingo de cuaresma Ciclo A. 26 de marzo de 2023. (San Juan 11,1-45.)
• SEÑAL DE LA CRUZ.
• INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Santo
Llena los corazones de tus fieles
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía señor tu espíritu y todo será creado
Y renovaras la faz de la tierra
Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo
Danos gustar de todo lo que es recto según Tu mismo espíritu
Y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.
- LECTIO
Primer paso de la Lectio Divina:
consiste en la lectura de un trozo unitario de la Sagrada Escritura. Esta lectura implica la comprensión del texto al menos en su sentido literal. Se lee con la convicción de que Dios está hablando. No es la lectura de un libro, sino la escucha de Alguien. Es escuchar la voz de Dios hoy.
Del Evangelio según san Juan 11,1-45:
“Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta.
María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, el que tú amas, está enfermo”. Al oír esto, Jesús dijo: “Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: “Volvamos a Judea”. Los discípulos le dijeron: “Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?”. Jesús les respondió: “¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él”. Después agregó: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo”. Sus discípulos le dijeron: “Señor, si duerme, se curará”. Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte. Entonces les dijo abiertamente: “Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo”. Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos también nosotros a morir con él”. Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta le respondió: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”. Jesús le dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?”. Ella le respondió: “Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo”. Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: “El Maestro está aquí y te llama”. Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”. Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: “¿Dónde lo pusieron?”. Le respondieron: “Ven, Señor, y lo verás”. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: “¡Cómo lo amaba!”. Pero algunos decían: “Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?”. Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del difunto, le respondió: “Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto”. Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”. Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: “Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Después de decir esto, gritó con voz fuerte: “¡Lázaro, ven afuera!”. El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo para que pueda caminar”. Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él”.
Palabra del Señor
- MEDITATIO.
Estando siempre en la presencia de Dios, el segundo paso de la Lectio Divina o Meditatio consiste en reflexionar en nuestro interior y con nuestra inteligencia sobre lo que se ha leído y comprendido. “Es esa disposición del alma que usa de todas sus facultades intelectuales y volitivas para poder captar lo que Dios le dice… al modo de Dios”.
Opción 1
De las Reflexiones sobre textos del Evangelio de San Juan para el Tiempo de Semana Santa, Pascua y Pentecostés VOL III, Buenos Aires, 2013. La resurrección de Lázaro, Pág. 85; Yo Soy la Resurrección y la Vida, el que cree en mí aunque muera vivirá, Pág. 88.
Opción 2
Homilía atribuida a San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquia, obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Sobre Marta, Marie, Lázaro, y el profeta Elías (Le Saint Prophète Élie, coll. Spiritualité Orientale n° 53, Bellefontaine, 1992), trad.sc©evangelizo.org
“¡Lázaro, ven afuera!” (Jn 11,43)
El Señor pronuncia sólo estas palabras: “¡Lázaro, ven afuera!” (Jn 11,43), como un señor que llama a su servidor. ¿El servidor salió por obedecer a su señor? Salió sin tardar. El Hades no esperó, la muerte no se rebeló, las fuerzas inferiores no lo retrasaron. Porque fueron golpeados por el temor. El Hades, que retenía a Lázaro en su propio lugar, desde hacía tres días, fue dislocado por todos lados como una nave sin anclajes, hasta obtener tranquilidad. Las potencias inferiores no concebían que Lázaro finalizaría por ser arrancado de los lugares subterráneos.
Pero cuando la voz del Señor de improviso descendió en el sepulcro con una gran luz y comenzó a hacer crecer otra vez el cabello en la cabeza de Lázaro, llenar de nuevo la médula en sus huesos vacíos, hacer correr sangre viva en las venas, los poderes inferiores llenos de temor se gritaron unos a otros: “¿Quién es el que llama? ¿Quién es ese poderoso? ¿Quién es el que modela de nuevo el vaso desintegrado? ¿Quién es el que despierta un muerto cómo de un sueño? ¿Quién es el que rompe las puertas de hierro? ¿Quién es el que grita: “¡Lázaro, ven afuera!” (Jn 11,43)? Porque su voz tiene un sonido humano, pero su potencia es una potencia divina. ¿Quién es el que llama? No es un hombre. Su forma es la de un hombre, pero su voz es la de un Dios. Reenviemos Lázaro, hagámoslo rápidamente remontar, no sea que descienda aquí el que llama, si tarda el que está llamando”.
Los muertos empezaron a estremecerse y moverse. Decían: “Que uno sólo nos perjudique, para que no los perdamos a todos”. Es así que Lázaro se lanzó fuera del seno del Hades, confesando, alabando y glorificando a nuestro Señor Jesucristo.
- PREPARACIÓN REMOTA:
- ORATIO
La oratio es el tercer momento de la Lectio Divina, consiste en la oración que viene de la meditatio. “Es la plegaria que brota del corazón al toque de la divina Palabra”. Los modos en que nuestra oración puede subir hacia Dios son: petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.
Antífona de entrada Cf. Sal 42, 1-2
Hazme justicia, Señor, y defiende mi causa contra la gente sin piedad:
líbrame del hombre falso y perverso, Señor,
porque tú eres mi Dios, mi fortaleza.
Oración colecta
Señor y Dios nuestro,
te rogamos que tu gracia nos conceda
participar generosamente de aquel amor
que llevó a tu Hijo a entregarse a la muerte
por la salvación del mundo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Escúchanos, Dios todopoderoso,
y por este sacrificio purifica a estos hijos tuyos
que has iniciado en la fe cristiana.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Prefacio:
La resurrección de Lázaro
V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Él, como hombre verdadero
lloró la muerte de su amigo Lázaro,
y, como Dios eterno, lo resucitó del sepulcro;
compadecido de nosotros, los hombres,
por estos santos misterios
nos lleva a la vida nueva.
Por él, adoran tu grandeza los coros de los ángeles,
que se alegran eternamente en tu presencia
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando tu alabanza:
Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Antífona de comunión
Dice el Señor: Todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.
Oración post comunión
Dios todopoderoso,
concédenos que podamos contarnos siempre
entre los miembros de Cristo,
cuyo Cuerpo y Sangre hemos recibido.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración sobre el pueblo
Padre, bendice a tu pueblo que espera en tu misericordia
y concédele que obtenga lo que desea por tu inspiración.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
- CONTEMPLATIO
El último momento de la Lectio Divina: la contemplatio, consiste en la contemplación o admiración que surge de entrar en contacto con la Palabra de Dios. Esta consiste en la adoración, en la alabanza y en el silencia delante de Dios que se está comunicando conmigo.
«Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».