Te doy gracias, Señor,
por la bendición de una larga vida
porque, a los que se refugian en Ti
les concedes dar fruto.
Perdona, Señor,
mi resignación y desanimo,
pero no me abandones
cuando desfallecen mis fuerzas.
Enséñame a mirar con esperanza
el futuro que me das
la misión que me encomiendas
y a cantar tus alabanzas sin fin.
Hazme un tierno artífice
de Tu revolución,
para custodiar con amor a mis nietos
y a todos los pequeños que buscan refugio en Ti.
Protege, Señor, al Papa Francisco
y concede a tu Iglesia
liberar al mundo de la soledad.
Dirige nuestros pasos por el camino de la paz.
Amén.