CONTENIDO: Lectio divina con el evangelio de la Vigilia Pascual. 16 de abril de 2022(San Lucas 24, 1-12).
• SEÑAL DE LA CRUZ.
• INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Santo
Llena los corazones de tus fieles
Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía señor tu espíritu y todo será creado
Y renovaras la faz de la tierra
Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo
Danos gustar de todo lo que es recto según Tu mismo espíritu
Y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor.
- LECTIO
Primer paso de la Lectio Divina:
consiste en la lectura de un trozo unitario de la Sagrada Escritura. Esta lectura implica la comprensión del texto al menos en su sentido literal. Se lee con la convicción de que Dios está hablando. No es la lectura de un libro, sino la escucha de Alguien. Es escuchar la voz de Dios hoy.
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas:
“El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día’ “. Y las mujeres recordaron sus palabras.
Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido”.
Palabra del Señor.
- MEDITATIO.
Estando siempre en la presencia de Dios, el segundo paso de la Lectio Divina o Meditatio consiste en reflexionar en nuestro interior y con nuestra inteligencia sobre lo que se ha leído y comprendido. “Es esa disposición del alma que usa de todas sus facultades intelectuales y volitivas para poder captar lo que Dios le dice… al modo de Dios”.
OPCIÓN 1
Fr. Dr. Aníbal Fosbery, De las Reflexiones sobre textos del Evangelio de San Lucas según los tiempos litúrgicos, MDA, Buenos Aires, 2016. Pág.
OPCIÓN 2
Asterio de Amasía (¿-c. 410)
obispo
Homilía 19 sobre el salmo 15
“Tú iluminas esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor”
Hoy la Iglesia, la heredera, está de gozo. Su esposo, Cristo, que ha padecido, acaba de resucitar… ¡Alégrate, ¡Iglesia, Esposa de Cristo! La Resurrección de tu Esposo te ha levantado de la tierra en la que los viandantes te pisoteaban con sus pies… ¡Oh maravilla!… Un solo grano ha sido sembrado, y el mundo entero se ha alimentado de él. Como hombre, ha sido inmolado; como Dios, ha sido devuelto a la vida y da vida a la tierra… Como cordero, ha sido degollado, y como pastor, por el cayado de su cruz, ha dispersado el rebaño de los demonios. Como una bujía sobre el candelabro, se apagó sobre la cruz, y como un sol, se levantó del sepulcro. Se han cumplido dos prodigios: el día ha oscurecido cuando Cristo ha sido crucificado, y en su resurrección, la noche ha brillado como el día. ¿Por qué se oscureció el día? Porque, tal como está escrito, “se envolvió en un manto de oscuridad” (Sl 17,12). ¿Por qué la noche ha brillado como el día? Porque, como dice el profeta: “Ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día” (Sl 138,12).
¡Oh noche más clara que el mediodía! ¡Noche más luminosa que el sol! ¡Noche más blanca que la nieve, más brillante que las antorchas, más dulce que el paraíso! ¡Oh noche que no conoces ninguna tiniebla, que nos alejas el sueño y nos hacer velar con los ángeles! ¡Noche pascual, espanto de los demonios, esperada durante un año! ¡Noche nupcial de la Iglesia, que haces nacer a los nuevos bautizados y despojas al demonio dormido! ¡Noche en la que el heredero introduce a los coherederos en su herencia!
- PREPARACIÓN REMOTA:
- ORATIO
La oratio es el tercer momento de la Lectio Divina, consiste en la oración que viene de la meditatio. “Es la plegaria que brota del corazón al toque de la divina Palabra”. Los modos en que nuestra oración puede subir hacia Dios son: petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.
Bendición del fuego
Oremos.
Oh Dios, que por medio de tu Hijo
has dado a tus fieles el fuego de tu luz,
santifica este fuego,
y concédenos que la celebración de estas fiestas pascuales
encienda en nosotros deseos tan santos
que podamos llegar con corazón limpio
a las fiestas de la eterna luz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Grabado de la Cruz
Cristo ayer y hoy,
Principio y fin,
- Alfa
- y Omega.
- Suyo es el tiempo
- y la eternidad.
- A él la gloria y el poder,
- por los siglos de los siglos. Amén.
Incrustación de las llagas en el Cirio
- Por sus llagas
- santas y gloriosas,
- nos proteja
- y nos guarde
- Jesucristo nuestro Señor. Amén.
- La luz de Cristo, que resucita glorioso,
disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.
Procesión con el Cirio
Luz del Cristo.
Demos gracias a Dios.
Pregón Pascual
Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán
y, derramando su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.
Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.
Ésta es la noche de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo.»
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes,
expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia, acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece
por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.
Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida, que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!
Te rogarnos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén.
Bendición del agua
Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.
SEÑOR, Dios nuestro, muéstrate propicio a tu pueblo
que vela en esta noche santa. Dígnate bendecir esta agua
ahora que celebramos la acción admirable de nuestra creación
y la maravilla, aún más grande, de nuestra redención.
Tú la creaste para hacer fecunda la tierra y para dar alivio y frescor a nuestros cuerpos.
La hiciste también instrumento de tu misericordia
al librar a tu pueblo, por medio de ella, de la esclavitud
y al apagar su sed en el desierto; por los profetas la revelaste como signo de la nueva alianza
que quisiste sellar con los hombres. Y finalmente, también por ella,
santificada por Cristo en el Jordán, renovaste nuestra naturaleza pecadora
en el baño del nuevo nacimiento.
Que esta agua, Señor, avive en nosotros
el recuerdo de nuestro bautismo y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos,
bautizados en la Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Renovación de las promesas del bautismo
Queridos hermanos: Por el Misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la santa Iglesia católica.
Así pues.
I
¿Renunciáis a Satanás?
Sí, renuncio.
¿Y a todas sus obras?
Sí, renuncio.
¿Y a todas sus seducciones?
Sí, renuncio.
II
¿Renunciáis al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Sí, renuncio.
¿Renunciáis a todas las seducciones del mal, para que no domine en vosotros el pecado?
Sí, renuncio.
¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Sí, renuncio.
¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Sí, creo.
¿Creéis en Jesucristo, su Hijo único, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
Sí, creo.
¿Creéis en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna?
Sí, creo.
Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo y que nos concedió la remisión de los pecados, nos guarde en su gracia, en el mismo Jesucristo nuestro Señor, para la vida eterna.
Amén.
El sacerdote asperja al pueblo con agua bendita, mientras todos cantan:
Vi que manaba agua del lado derecho del templo, aleluya.
Y habrá vida dondequiera que llegue la corriente y cantarán: Aleluya, aleluya.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor, con estas ofrendas la oración de tu pueblo, para que los sacramentos pascuales que inauguramos nos hagan llegar, con tu ayuda, a la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. 1 Cor 5, 7-8
Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.
Así pues, celebremos con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya.
Oración después de la comunión
DERRAMA, Señor, en nosotros
tu Espíritu de caridad,
para que hagas vivir concordes en el amor
a quienes has saciado con los sacramentos pascuales.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición solemne
QUE os bendiga Dios todopoderoso
en la solemnidad pascual que hoy celebramos
y, compasivo, os defienda de toda asechanza del pecado.
R/. Amén.
El que os ha renovado para la vida eterna,
en la resurrección de su Unigénito,
os colme con el premio de la inmortalidad.
Amén.
Y quienes, terminados los días de la pasión del Señor,
habéis participado en los gozos de la fiesta de Pascua,
podáis llegar, por su gracia, con espíritu exultante
a aquellas fiestas que se celebran con alegría eterna.
Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
Amén.
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
- CONTEMPLATIO
El último momento de la Lectio Divina: la contemplatio, consiste en la contemplación o admiración que surge de entrar en contacto con la Palabra de Dios. Esta consiste en la adoración, en la alabanza y en el silencia delante de Dios que se está comunicando conmigo.
«No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí».