1. Señor, hoy te pido por las comunidades.
“Señor Jesús, Tú has estado hoy en medio de nosotros de una manera particular. Tú estás en medio de nosotros y nos hablas y nos pides que formemos comunidades pascuales. Señor, estas comunidades pascuales exigen que Tú estés allí, que sean comunidades que te transparenten y te comuniquen. Para esto hace falta, Señor, que el Espíritu venga sobre nosotros. Ayer celebramos este primer descendimiento sobre la comunidad primera, de tu Iglesia nueva. Ahora, Señor, sobre nosotros, sobre nuestras comunidades, envía tu Espíritu, Espíritu de verdad, de fortaleza y de amor. Envía el gran Consolador, para que nuestras comunidades sean realmente comunidades de oración, comunidades alegres, comunidades de esperanza, Señor, que cuando la actividad nos tiente a dejar la profundidad interior, Tú nos llames al destierro, donde nos encontremos contigo y allí te encontremos con corazón de hermano universal para todos los hombres que sufren. Señor, que cuando el desaliento nos tiente al cansancio, a la desesperanza, Tú nos estés gritando dentro por tu Espíritu: ánimo, que todavía te falta un largo camino; sal a gritar a los hombres la esperanza y así la tendrás también reconquistada. Es la mejor manera de reconquistar la esperanza que se nos había perdido, comprometernos a comunicarla a los hermanos. Señor, que en los momentos más intensos de la noche, de oscuridad, de sufrimiento y de cruz, cuando estemos tentados de tristeza, Tú nos envíes al Consolador, al Paráclito, a la consolación verdadera, para que gustemos adentro la alegría del espíritu, para que seamos fundamentalmente alegres, para que desde allí, oh Jesús, comuniquemos a los demás la alegría de la pascua. Señor, de esta comunidad aquí presente, de todas las comunidades, las que están esparcidas por todo el mundo, haz que sean verdaderamente comunidades pascuales, es decir, comunidades que viven la vida del Espíritu, que viven a ti generosamente abiertas en servicio integral a los hombres, Señor, que esperan la buena noticia de la salvación. Amén”.
2. Señor, concédenos el gozo de la comunión.
“Señor, Tú has sido enviado por el Padre. Nos has comunicado el Espíritu para que vivamos el gozo de la comunión. Tú has venido, Señor, para indicarnos que la Iglesia es comunión desde la Trinidad, en la Trinidad, para la Trinidad. La Iglesia es así, Pueblo de Dios congregado por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor, haznos gustar la comunión en este momento de la historia del mundo en que los hombres están tan profundamente divididos. Ayúdanos a comprender qué significa una Iglesia en comunión. Ayúdame, Señor, a que en la propia comunidad en la que estoy, en el barrio donde vivo, en el colegio donde trabajo, logre morir cada día un poco más a mí mismo y viva cada día un poco más por mis hermanos, construyendo tu Iglesia-Comunión. Que todos los hombres, al vernos unidos, reconozcan tu presencia y crean de verdad que Tú has venido a traernos el gozo y la comunión. Amén”.
3. Señor, haznos constructores de comunidad.
“Señor, Tú estás aquí y te manifiestas a través de un dolor, de una palabra, de la alegría, de esta paz muy honda que ahora experimentamos. Señor, Tú estás aquí y me hablas y yo escucho y respondo. Tú me estás pidiendo algo y yo te lo doy. No basta que te haya dicho: Señor, quiero cambiar, quiero vivir mejor mis deberes contigo y mis deberes con mi prójimo. No basta. Tenemos que decidirnos a formar una comunidad nueva: una comunidad cristiana, que sea auténtica comunidad de fe, de esperanza y de amor. Porque lo que cambia el mundo no es simplemente el testimonio aislado de una persona. Lo que cambia es el testimonio de una comunidad que ama y que se compromete por el amor a cambiar la historia. Que la Virgen del Hombre Nuevo nos haga a nosotros creación nueva por el Espíritu. Que la Virgen de la Caridad y del Servicio nos abra a los hermanos y nos comprometa de veras a abrazar al mundo, iluminándolo en la fe gozosa del Amor. Amén”