Señor, Dios inefable,
Creador del universo,
Dios de amor y misericordia,
los milicianos de FASTA
te suplicamos quieras
seguir iluminando nuestra
marcha, como guiaste
al pueblo elegido durante
su peregrinar en el desierto.
Hace ya cuarenta años, Señor,
que hemos salido, boina orejeada,
mochila y corazón.
No sabemos cuánto más
tendremos que caminar
hasta que tú vuelvas.
Por eso te pedimos:
que no perdamos
aquel fervor de los
primeros tiempos,
cuando sólo el caminar
nos motivaba;
que los frutos del camino
nos inciten de nuevo
a dar batalla;
que sigamos amando lo difícil
y lo heroico de empezar
cada mañana;
que sigamos encontrando amigos
por los senderos de hermanadas
patrias;
que se agrande la pasión
por el servicio,
en juvenil entrega de esperanza;
que nuestros ojos busquen
siempre cumbres,
añorando el vigor
de viejas marchas;
que cantemos jubilosos
con una sola voz,
los himnos de la FASTA,
y que al fin del camino
nos aguarde,
aquel lucero que no
tiene ocaso, y que
sigue brillando en
nuestras almas.
Todo esto te lo pedimos
en el nombre de Cristo Nuestro Señor,
y de María Santísima,
la Madre Inmaculada. Amén.