Via Crucis con Santa Catalina de Siena

  • SEÑAL DE LA CRUZ.
  • V: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
    R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo
  • PÉSAME.

Pésame, Dios mío,
y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.

Pésame por el Infierno que merecí y por el Cielo que perdí;
pero mucho más me pesa,
porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos.

Antes querría haber muerto que haberte ofendido,
y propongo firmemente no pecar más,
y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.

  • PADRE NUESTRO.
  • AVE MARÍA.
  • GLORIA.
  • INTRODUCCIÓN

“Desde entonces Jesús empezó a decir abiertamente a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho a causa de los ancianos, los Sumos Sacerdotes y los escribas, morir y resucitar al tercer día”. Mateo 16, 21.

“Cuando llegó la hora se puso a la mesa y los apóstoles con El. Y les dijo: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer”. Lucas 22, 14-15.

“Quiere Dios, por medio de su Hijo mostramos a nosotros su verdad: que había creado al hombre para que participara y gozara en la eternidad de su visión, donde el alma recibe su felicidad. Pero por el pecado no se cumplía esta verdad en el hombre. Queriendo Dios entonces realizarla, El mismo se sacrifica con su caridad y nos da aquello que le es más querido, o sea el Hijo unigénito, y le impone esta obediencia, que regenere a los hombres trayéndolos de la muerte a la vida”. Santa Catalina de Siena, Carta 259.

OREMOS

“Verdad Eterna, yo clamo ante tu misericordia para que me concedas seguir tu Verdad con corazón puro; clame fuego y abismo de caridad, dame continua hambre de llevar por ti, penas y tormentos; da Padre Eterno a mis ojos, ríos de lágrimas con los cuales incline tu misericordia sobre todo el mundo y en especial sobre tu Esposa, la Iglesia”. Oración 19. S. C. de Siena.

  • Primera estación:

JESÚS ES CONDENADO A MUERTE

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Pilato volvió a salir y les dijo: Miren, lo voy a traer de nuevo para que sepan que no encuentro ninguna causa para condenarlo. Entonces salió Jesús afuera llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilatos les dijo: “Aquí está el hombre”.
Al verlo lo jefes de los sacerdotes y los guardias del templo comenzaron a gritar: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Entonces Pilato les entregó a Jesús para que fuera crucificado” Juan 19, 4-6, 16

“El Señor hizo recaer sobre El, la maldad de todos nosotros”. Isaías 53, 6b.

“Oh amor propio y temor servil, tu ciegas el ojo del entendimiento y no lo dejas conocer la verdad. Oh temor desordenado, tú llegas a tanta ceguera que te dejas atemorizar por el inicuo y condenas al justo. Verdaderamente éste es aquel perverso temor y amor que mata a Cristo porque, temiendo Pilato perder el poder, se encegueció y no conoció la verdad, y por eso dio muerte a Cristo. Y no por eso deja de suceder lo que temía, porque después pierde el alma, el cuerpo y el poder.
A mí me parece que todo el mundo está lleno de Pilatos.” Carta 123. S. C. de Siena

OREMOS

“Oh Trinidad Eterna, dulce amor mío. Tu luz nos da luz a nosotros, tu sabiduría nos da sabiduría, tu suma fortaleza nos fortifica. Hoy, Dios Eterno, se disuelve la nube de nuestro amor propio para que así conozcamos perfectamente, y sigamos verdaderamente Tu Verdad, con corazón puro y libre”. Amen. Oración 12. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Segunda estación:

JESÚS CARGA CON LA CRUZ SOBRE SUS ESPALDAS

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Ellos se apoderaron de Jesús, y lo llevaron con su cruz a cuestas a un lugar llamado la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota” Juan 19, 17
“Sin embargo, eran nuestras dolencias las que El llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban.” Isaías 53, 4.

“Oh inefable e inestimable caridad de Dios, que por salvar a su hijo rebelde que le desobedecía se dio a sí mismo el ser de criatura, para ser despreciado, infamado, vituperado, escarnecido y por último, ser muerto como un malhechor!
Él no había dicho ni hecho cosa digna de represión: nosotros habíamos cometido la culpa por la cual El llevó la pena por nuestro amor. Muchísimo me amaste dulce Jesús, y esto me enseña cuánto debo amarme a mí y a mis hermanos, a los cuales Tú tanto amaste.” Carta 147, S. C. de Siena.

OREMOS

“¡Oh amor inestimable, o dulce amor, fuego eterno! ¡Tú eres fuego que siempre arde Suprema Eterna Trinidad!”
Vuelve tu mirada misericordiosa sobre tus criaturas. Yo sé que la misericordia te es propia, y donde quiera que me mueva no encuentro otra cosa que misericordia. Por eso, corro y clamo ante tu misericordia para que Tú tengas misericordia del mundo”. Amén. Oración 19, S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Tercera estación:

JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“En verdad les digo: si el grano de trigo cae en tierra y no muere queda solo; pero si no muere, da mucho fruto”. Juan 12, 24.
“Fue maltratado y Él se humilló y no dijo nada” Isaías 53, 7

“¿Qué camino ha hecho este dulce Maestro, Cordero Inmaculado? Ha hecho el camino de la profunda y verdadera humildad; pues siendo Dios, se ha humillado ante los hombres. Su camino ha estado sembrado de oprobios, tormentos, incomprensiones, penas y fatigas hasta la infamante muerte en la cruz.
¿Qué fruto ha dejado en nosotros el camino que ha hecho? Que aquel que quiere lo puede seguir” Carta 156, S. C. de Siena.

OREMOS

Oh buen Pastor, Tú que nos has dado el verdadero pastor, tu Hijo unigénito, y Él, obediente, dio la vida por tus ovejas y con su sangre nos limpió. Esta Sangre te piden hambrientos tus servidores para que Tú hagas misericordia al mundo y florezcan en la santa Iglesia como flores fragantes, los buenos y santos Pastores. Amén. Diálogo 134, S. C. de Siena

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Cuarta estación:

JESÚS ENCUENTRA A SU MADRE

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Mi Madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la practican” Lucas 8, 21
“Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor, cúmplase en mi lo que has dicho” Lucas 1,38

“En este bendito y dulce campo de María se hizo este Verbo, enterrado en su carne como la semilla que se hecha en la tierra, que por el calor del sol germina y saca afuera la flor y el fruto, y la cáscara queda en la tierra. ¿Cuál fue esta cáscara? Fue la Voluntad del unigénito Hijo de Dios, el cual en cuanto hombre se revistió del deseo del honor del Padre y de nuestra salvación y este deseo fue tan fuerte, que corrió como enamorado a la infamante muerte en la cruz. Esto mismo aconteció en María; Ella no podía desear otra cosa que el honor de Dios y la salvación de las criaturas, y por eso dicen los santos que Ella por sí misma se habría hecho escalera para poner en la cruz a su hijo si no hubiera habido otro modo. Esto fue así porque la voluntad del hijo había quedado en Ella”. Carta 342 S. C. de Siena

OREMOS

“¡Oh María!, restauradora de la humanidad, porque sufriendo tu carne en el Verbo, fue recuperado el mundo: Cristo lo recuperó con su pasión y Tú con el dolor del cuerpo y del alma. A tu recurro María, a ti ofrezco mi plegaria por la dulce Esposa de Cristo y por su Vicario en la tierra: se una el pueblo y se conforme el corazón del pueblo con el suyo”. Oración 11, S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Quinta estación:

SIMÓN DE CIRENE LLEVA LA CRUZ DE JESÚS

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Mientras salían encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar la cruz de Jesús”. Mateo 27, 32
Si alguno quiere seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. Mateo 16, 24

“Sed solidarios los unos con los otros. Caritativamente el uno soporte y tolere los defectos del otro; sed solidarios y no extraños en Cristo dulce Jesús.
Ámense, ámense los unos a los otros porque ustedes saben que este es el signo que Cristo dejó a sus discípulos, diciendo que de otro modo no serian reconocidos como hijos de Dios, si no es en la unidad del amor que el hombre tiene con el prójimo en perfectísima caridad”. Carta 95. S. C. de Siena.

OREMOS

“¡Oh Divinidad!, amor mío: yo veo que el mundo yace en la .muerte, y es tan grande que mi alma desfallece con esta visión. ¿De qué modo se devolverá la vida a estos muertos?
Tu Hijo no vendrá más sino como rey a juzgar. Pero Tú llamas ‘cristianos’ a tus servidores y con este medio quieres quitar la muerte y restituir la vida al mundo; si caminan virilmente por el camino del Verbo, con deseo ardiente, sosteniendo pacientemente penas y tormentos por tu honor y la salvación de las almas.
¡Oh Redentor supremo! haz entonces que estos cristianos vivan velando con lágrimas y ruegos por la salvación del mundo.” Amén. Oración 12. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Sexta estación:

LA VERÓNICA SECA EL ROSTRO DE JESÚS

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Quien me ve a Mí, ve a Aquél que me ha enviado. Yo soy la luz y he venido al mundo para que quien crea en Mi no permanezca en tinieblas”. Jn. 12, 45-46.
“De tu parte me  dice el corazón: “Buscad mi rostro” y yo Yavé, tu rostro buscaré” Salmo 26.8.

“¡Oh Sangre piadosa! por ti se destiló la misericordia divina. En ti el hombre pudo conocer y ver la verdad del Padre Eterno; con la cual verdad y amor inefable fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.
La verdad fue ésta; para que participáramos y gozáramos de este sumo bien suyo que El gusta en sí mismo. En la Sangre nos ha manifestado esta verdad, y para otro fin no creaste al hombre. ¡Oh Sangre!, tu disipaste las tinieblas y diste la luz al hombre para que conociese la Verdad y la Suma Voluntad del Padre Eterno.” Carta 19 5 S. C. de Siena.

OREMOS

“Oh Dios Eterno, oh piadoso, oh misericordioso Padre, ten piedad de nosotros que estamos ciegos sin ninguna luz. Con los ojos de la piedad con los cuales nos has creado a nosotros y a todas las cosas, mira la necesidad del mundo y ten providencia de él. Tú que nos diste e ser de la nada: ilumina entonces este ser que es tuyo”. Amén. Oración 8. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Séptima estación:

JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Quien ama su vida la pierde, y quien odia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna”. Jn 12, 25.
“No hay apariencia ni belleza para atraer  nuestra mirada, ni esplendor para podernos complacer”. Isaías 53, 2b

“Oh dulce, inestimable y amable caridad,  que te has hecho siervo para hacer libre al hombre y te has dado a Ti la muerte para darnos a nosotros la vida, y has sido escarnecido por la infamante muerte en la cruz, para darnos a nosotros la honra que perdimos por la desobediencia.” Carta 180. S. C. de Siena

OREMOS:

“¡Oh dulcísimo Padre, te pido que hagas misericordia al mundo ya tu santa Iglesia. No demores más: aprueba y ejecuta el deseo de tus siervos. Eres Tú quien los hace clamar: ¡escucha entonces sus voces! Tu Verdad nos ha dicho: ‘pedid y se os dará, buscad y encontraréis, golpead y se os abrirá.’
Oh Padre Eterno, tus siervos claman a Ti, misericordia: responde entonces”. Amén. Diálogo 134 S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Octava estación:

LAS MUJERES DE JERUSALÉN LLORAN SOBRE JESÚS

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Lo seguía un gran gentío y las mujeres se golpeaban el pecho y se lamentaban por El. Pero Jesús volviéndose hacia las mujeres dijo: Hijas de Jerusalén, no lloren por Mí, sino lloren por ustedes y por sus hijos, porque se tratan así al leño verde, ¿qué pasará con el leño seco?” Lucas 23, 27-28; 3l.
“Fue eliminado de la tierra de los vivos; por la maldad de mi pueblo fue condenado a muerte”. Isaías 53. 8b,

“Crezca el fuego del santo y desmesurado deseo, embriagado de la Sangre del Hijo de Dios; corramos como hambrientos de su honor y de la salvación de las criaturas; audazmente cortémosle las ligaduras con las que fue atado al leño de la santísima cruz; atémosle las manos de su justicia. Ahora es el tiempo de clamar, de llorar, de acongojase: el tiempo es nuestro porque es perseguida la esposa de Cristo por cristianos, falsos y podridos miembros. Pues Dios no despreciará las lágrimas y suspiros de sus servidores” Carta 137. S. C. de Siena.

OREMOS:

“Oh Padre Eterno, yo sé bien que la misericordia te es propia y por eso no puedes negar1a a quien te la pide, Yo golpeo la puerta de tu verdad, porque en la Verdad de tu Hijo Unigénito conozco el amor inefable que Tú tienes por el hombre y por eso golpeo la puerta. El fuego de tu caridad no debe ni puede contenerse tanto, que Tú no .abras a quien golpea con perseverancia. Abre entonces, destapa y rompe los corazones endurecidos de tus criaturas, no por aquellos, que no llaman, sino hazlo por tu infinita bondad”. Diálogo 134. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Novena estación:

JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Si el mundo os odia, sabed que antes que a vosotros me ha odiado a Mi” Juan 15,  18.
“Despreciado y ultrajado por hombres, hombre de dolores que conoce bien el padecer, delante del cual nos cubrimos la cara, era despreciado y no le tenían ninguna consideración”. Isaías 53, 3

“Nuestro Rey hace como los verdaderos caballeros que perseveran en la batalla hasta que derrotan a sus enemigos. Con las manos desarmadas, ha vencido al príncipe del mundo; dando la vida de su cuerpo destruyó la muerte del pecado; con su muerte venció la muerte”. Carta 256. S. C. de Siena

OREMOS:

“Da Dios eterno salud al enfermo y vida al muerto, da la voz  a aquellos que piden con la voz de Tu. Misericordia para el mundo y por la reforma de la santa Iglesia y oye tu voz con la cual te clamamos”. Amén. Oración 19. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Décima estación:

JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Echaron suertes para repartirse entre ellos la ropa de Jesús”. Juan 27, 35.
“Era corno un cordero conducido al matadero, como oveja muda frente a sus victimarios y no abrió la boca”. Isaías 53, 7b.

“Él fue como cordero inmaculado que despreció la riqueza y señorío del mundo. Él es humilde y manso y no se oyó su grito para maldecir.
Gran cosa es ver al dulce y buen Jesús que gobierna y apacienta a todo el mundo; y así mismo con tanta miseria y necesidad, no hay ninguno que se parezca a Él Al último muere desnudo en la cruz para revestir al hombre y cubrirle su desnudez. Desnudo estaba por el pecado cometido, había perdido las vestiduras de la gracia, de suerte que se despoja de la vida y nos viste a nosotros”. Carta 29. S. C. de Sierra.

OREMOS

“Borra hoy nuestros pecados, oh Dios verdadero, y lava la cara a nuestras almas con la Sangre de Tu Hijo unigénito derramada por nosotros, a fin de que, muertos a nosotros mismos, viviendo para El, padezcamos por El con cara limpia y ánimo íntegro”. Amén. Oración 6, S. C. de Siena

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Undécima estación:

JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Cuando llegaron al lugar llamado calvario le crucificaron allí y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen” Lucas 23, 33-34
“Él ha sido traspasado por nuestros delitos y quebrantado por nuestra maldad. El castigo que da salvación se ha abatido sobre El; por sus llagas hemos sido curados” Isaías 53, 5

“Nosotros fuimos aquella tierra donde fue clavado el estandarte de la santísima Cruz, somos como vaso para recibir la Sangre del Cordero, que corría a lo largo de la cruz. ¿Por qué fuimos nosotros aquella tierra? Porque la tierra no era suficiente para mantener erguida la Cruz, antes bien, habría rechazado tanta injusticia; ni tampoco hubiera existido clavo capaz para tenerlo fijado y clavado, si el amor inefable que tenía por nuestra salvación no lo hubiera sostenido. Así es entonces que el fuego de la caridad hacia el honor del Padre y la salvación nuestra, lo sostenía”. Carta 102. S. C. de Siena

OREMOS

“Tú ves, Padre Eterno, que tus servidores están en la puerta de tu Verdad y piden. ¿Qué piden?
La Sangre de esta puerta, tu Verdad. En la Sangre Tú has lavado nuestras maldades, es nuestra porque nos hemos bañado en ella: no puedes ni quieres negarla a quien te lo pide de verdad. Da entonces el fruto de Tu Sangre a tus Criaturas, pon sobre la balanza el precio de la Sangre de tu Hijo a fin de que el demonio infernal no arrebate a tus ovejas”. Diálogo 134. S. C. de Siena

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Duodécima estación:

JESÚS MUERE POR NOSOTROS EN LA CRUZ

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Cuando Yo sea elevado de la tierra atraeré a todos hacia Mi” Juan 12, 32.
“Era cerca de mediodía, cuando el sol se eclipsó y se hizo la oscuridad en toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó en el medio, Jesús gritando fuertemente dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu. Dicho esto; expiró”. Lucas 23. 44-46.

“A fin de que el afecto del alma fuese atraído a las cosas altas y el ojo del intelecto escrutase el fuego, Tú, Verbo Eterno, has querido ser elevado a lo alto y mostramos, en tu Sangre, el amor. ” Oración 12.S. C. de Siena.
“Escucha ¡qué gran paciencia! no recuerda las injurias que le han sido hechas en la cruz; oye a los judíos que de un lado le gritan: ¡Crucifícalo! Y del otro: ¡que descienda de la cruz!
Y El gritó: Padre perdónalos, y persevera hasta el final.
Y con gran alegría gritó y dijo. ‘Consumado está; y si bien esas parecían palabras de tristeza, eran de alegría de aquella alma consumida y ardiendo en el fuego de la caridad divina. Así quiso decir el dulce Jesús: ‘Yo he consumado y cumplido aquello que está escrito de Mí. Consumado está el deseo penoso que Yo tenía de recuperar el género humano, de lo cual Yo me gozo y exulto”. Carta 10l. S. C. de Siena.

OREMOS

“Yo suplico tu poder, Padre Eterno, la sabiduría de tú Hijo unigénito, por su preciosa sangre, y la demencia del Espíritu Santo, fuego y abismo de caridad, que tiene a tu mismo Hijo clavado a la cruz, que Tú hagas misericordia al mundo y des el calor de la caridad con paz y unión en la santa Iglesia, Amén. Oración 24. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Decimotercera estación:

JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y ENTREGADO A SU MADRE

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“Los judíos, para que los cuerpos no quedaran ella cruz durante el día sábado, pidieron a Pilatos que le fueran quebradas las piernas y fueran sacados de allí. Vinieron entonces los soldados y rompieron las piernas del primero y después al otro que había sido crucificado con él. Fueron después hacia Jesús y viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, pero uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza y enseguida salió sangre y agua”. Juan 19, 31-34
“Las grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos arrastrarlo.” C. de los Cantares 8,7

“Dulce e inmaculado Cordero, Tú estabas muerto cuando el costado te fue abierto: ¿por qué quisiste ser perseguido y partido el corazón? Porque tu deseo hacia el género humano era infinito y sostener peras y tormentos era finito y por la infinitud no podías mostrarnos cuánto nos amabas, porque tu amor era infinito. Pero quisiste que viéramos el secreto del corazón, mostrándolo abierto a fin de que viéramos que amaste tanto, que no se podía mostrar con penas finitas”. Diálogo 75. S. C de Siena

OREMOS

“Oh dilatado amor, oh fuego, oh abismo de caridad, oh altura incomprensible. Cuanto más considero tu altura en la pasión del Verbo, tanto más mi alma se avergüenza porque no te ha conocido nunca. Me agrada hoy la grandeza de tu caridad que ilumina los ojos de mi intelecto y el de todos los hombres. Amén” Oración 12. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • Decimocuarta estación:

JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO

V: Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos.
R: Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

“En el lugar donde había sido crucificado, había un jardín y en el jardín un sepulcro nuevo en el cual todavía nadie había, sido depositado. Allí entonces depositaron a Jesús.” Juan 19, 41-42
“…no abandonarás mi vida. en el sepulcro, ni dejarás que tu santo vea la corrupción” Salmo 15, 10.

“Oh naturaleza Divina que resucitas los muertos y solo Tú das vida, Tú quisiste unir a ti la naturaleza humana muerta para devolverle la vida.
Oh Verbo eterno, Tú uniste a Ti de tal modo la naturaleza mortal que no fue posible de ningún modo separarla, por eso en la cruz, la naturaleza humana sufría, pero la naturaleza divina revivía, y por eso, al mismo tiempo era feliz y dolorido; y ni aun en el sepulcro se podía separar una de la otra. Oh Padre eterno, Tú vestiste a tu Verbo con la naturaleza nuestra, a fin de que nuestra misma naturaleza en Él te satisficiera por nosotros.
Oh inefable misericordia; quisiste castigar a tu propio Hijo por la culpa del hijo adoptivo.” Oración 16. S. C. de Siena.

OREMOS

“¡Dios eterno, alta Trinidad eterna, en la luz Tú nos haces ver la Luz! Te suplico humildemente que infundas esta luz en toda criatura que tenga en si la razón. Ilumina las tinieblas, a fin de que en tu luz, conozcan y amen la verdad; y te ruego también por todos los hombres, que sean iluminados con tu luz y sea quitada de ellos toda imperfección, si es que en verdad trabajan en tu jardín, donde Tú los has puesto a trabajar. Tu voluntad te obliga a dar misericordia al mundo, y dar tu ayuda divina a tu Vicario y a tu dulce Esposa. Amén.” Oración 2l. S. C. de Siena.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia.

  • CONCLUSIÓN

“He salido del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo y me voy al Padre.
Yo digo estas cosas para que tengáis paz en Mi; en el mundo habéis de tener tribulación; pero confiad: Yo he vencido al mundo” Juan 16, 28 y 33
“La noche está avanzada y el día se acerca. Echemos fuera las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz”. Romanos 13, 12
“Nosotros somos testigos de todas las obras que realizó”. Hechos 10, 39.

“Nosotros estamos en esta vida como en un campo de batalla, y debemos combatir virilmente y no esquivar la culpa, ni volver la cabeza atrás; pero mirar a nuestro Capitán, Cristo Crucificado, que siempre perseveró y no dejó de cumplir la obediencia del Padre y de nuestra salvaci6n hasta el final.
El vuelve al Padre eterno con la victoria que ha obtenido, de haber sacado al género humano de las tinieblas, y restaurarle la luz de la gracia. Él no ha quedado muerto: se ha dado la muerte a sí mismo para darnos la vida a nosotros; con su muerte destruye nuestra muerte. La Sangre y la perseverancia de este Capitán nos debe animar en cada batalla: soportando cualquier cosa por su amor volveremos también nosotros con la victoria a la ciudad de vida eterna”. Carta 159. S. C. de Siena.

OREMOS:

“No tardes benignísimo Padre, vuelve la mirada de misericordia sobre el mundo. Serás más glorificado dándoles la luz, que si ellos permanecen en la ceguera y tinieblas del pecado, aunque Tú hagas que de cada cosa obtengas la gloria y la alabanza de Tu Nombre. Pero quiero ver la gloria y alabanza de Tu Nombre en todas tus criaturas, que sigan tu Voluntad y lleguen al fin para el cual las creaste.
Danos benignísimo y piadoso Padre tu dulce y eterna bendición”. Amén. Oración 20. S. C. de Siena

La Madre piadosa estaba
junto a la Cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh, cuán triste y afligida,
se vio la Madre escogida,
de tantos tormentos llena,
cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara
si a la Madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera,
piadosa Madre, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre,
y muriendo al Hijo amado
que rindió desamparado
el espíritu, a su Padre.

¡Oh Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo!
Y que por mi Cristo amado
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y porque a amarte me anime
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en Sí;
y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo:
porque acompañar deseo
en la Cruz donde le veo,
tu corazón compasivo.

Virgen de vírgenes santas,
llore yo con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea;
porque su Pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su Cruz me enamore,
y que en ella viva y more,
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén:
porque cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

(Secuencia de la Misa de la Virgen de los Dolores)